“Cuando me canso de escribir pienso, y generalmente es tiempo perdido” (Abel Desestress)
Yanet Aguilar y Kathya Millares
El Universal
La curiosidad tentó a algunos escritores: ahora ya no sólo son ensayistas, poetas, cuentistas o novelistas, también son blogueros.
Ya sea alojados en el sitio web de un periódico, revista o en una plataforma especializada, es cada vez más común encontrar blogs que pertenecen a escritores.
Sin embargo, la dinámica que en éstos se establece dista mucho de la que existe en la mayoría de esta clase de bitácoras: la retroalimentación entre el bloguero y el lector no es la constante.
Los cibernautas van en busca de un diálogo con el autor del libro con el que se identificaron o que les ofreció su reflejo en el espejo de las páginas. Ingresan al blog, leen los posts más recientes y dejan un comentario, si así lo desean. Algunos aguardan a que el titular responda, si no es así insisten o se dan por vencidos. Al final, siempre quedará el post aún no escrito.
Esto se advierte en los de el español Javier Marías, los mexicanos Guillermo Sheridan, Xavier Velasco, Heriberto Yépez, Guillermo Fadanelli, José de la Colina y Carmen Boullosa, entre otros. En muchos casos más que blogs son foros y quienes realmente interactúan son los usuarios.
En la página electrónica de la revista Letras Libres se puede observar cómo algunos de sus colaboradores decidieron adentrarse en el ciberespacio para compartir con los lectores sus comentarios sobre el acontecer político, cultural, sus aficiones o inquietudes literarias, entre otros asuntos.
Uno de los editores de este sitio, Humberto Beck, explica que a través de los dos tipos de blogs que ahí se albergan —el de la Redacción y los de los articulistas— se trata de presentar contenidos afines a la revista con una periodicidad más frecuente a la de la impresa, que es mensual.
Sobre si es necesario que los escritores contesten a las inquietudes de los usuarios, señala que este formato permite una mayor interacción; sin embargo no es una obligación de los autores responder a los comentarios. “Es una decisión muy personal. El hecho de que los comenten es un extra”.
El escritor José de la Colina, quien participa en esa página con su blog Correo Fantasma admite: “Yo no quería tener un blog porque me parece que quita mucho tiempo. Pensé que podía ser una experiencia interesante porque hay una comunicación más directa con los lectores que con la letra impresa. (Pero) uno no sabe si puede haber un lector interesante que plantee algo que a uno mismo le interese y por eso acepté”, agrega.
Carmen Boullosa, quien también se ha sumado a los blogueros, confiesa: “La verdad es que como bloguera soy inconsistente, y debí ponderar mi naturaleza antes de aventarme. Escribo siempre, pero el blog es otra cosa. Es un género con un encanto muy especial: requiere de velocidad, pero también de estabilidad. Como lectora me gustan los que suman, los que hacen labor de revista”, agrega.
La poeta y escritora reconoce, en todo caso, que el blog suyo no sigue mucho esta dinámica porque “prefiero mis libretas de diarios o viajes. Anoto muchas cosas que después reelaboro. Tengo este tipo de imaginación: necesito rumiar, para darle forma a lo que pienso o siento. Por otro lado, si estoy terminado una novela, escribiendo un ensayo (o intentando escribirlo) no puedo desperdigarme”, confiesa.
Algunas bitácoras, como las del guatemalteco Sergio Ramírez y el español Vicente Verdú, saltaron a la edición impresa. Alfaguara España y El boomeran(g) —un blog literario en español editado por La Oficina del Autor, propiedad de Grupo Prisa que a la vez es dueño de Alfaguara— recientemente lanzaron una compilación de los posts que cada uno ha colocado, a lo largo de más de un año. Cuando Todos Hablamos, en el caso de Ramírez, y Passé Composé, de Verdú.
Ninguno de los dos escritores alcanza las cifras a las que llegan otros blogueros, tal vez porque no dejan de ser escritores que en lugar de publicar en papel, lo hacen a través del internet y aplican esa máxima de que “cuando se publica, el texto ya no les pertenece”.
¿Cuál fue el gran atractivo de Alfaguara para reunir y publicar el blog de los dos autores?, es una pregunta que no les interesó responder a los editores de Alfaguara España, a quienes se buscó a través del departamento de prensa. Tampoco se sabe si seguirán coeditando con El boomeran(g) los blogs de otros autores como Rafael Argullol, Basilio Baltasar, Marcelo Figueras, Jean-François Fogel, Edmundo Paz Soldán, Clara Sánchez, Xavier Velasco o Jorge Volpi.
En favor de un diálogo constante o sólo para colocar sus puntos de vista, los blogs de los escritores son una opción para adentrarse en la maraña que ofrece la plataforma de internet.
sábado, 14 de junio de 2008
miércoles, 11 de junio de 2008
El buscador Google, gana el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
"El secreto de Google, es de una cibernetica servicial" (Abel desestress)
El buscador de internet Google ha sido galardonado hoy en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2008 al que optaban veinticinco candidaturas procedentes de doce países.
Google, cuya candidatura fue propuesta por el diplomático español José Luis Pardos, que formaba parte del jurado, se impuso en la última ronda de votaciones a la agencia fotográfica Magnum, que ha sido finalista en las tres últimas ediciones del galardón.
El acta del jurado, a la que ha dado lectura su presidente, el catedrático Manuel Olivencia, señalada que el buscador creado por Sergey Brin y Larry Page ha hecho posible en apenas una década "una gigantesca revolución cultural y ha propiciado el acceso generalizado al conocimiento".
Así, Google pone "de forma instantánea y selectiva al alcance de centenares de millones de personas el enorme caudal de información de Internet" y contribuye de manera decisiva "al progreso de los pueblos por encima de fronteras ideológicas, económicas, lingüísticas o raciales".
En las últimas ediciones fueron premiados Ryszard Kapuscinski y Gustavo Gutiérrez Merino, Hans Magnus Enzensberger, George Steiner, Umberto Eco, el Instituto Caro y Cuervo de Colombia, el periodista Jean Daniel, los grandes centros culturales europeos, la National Geographic Society y las revistas científicas Science y Nature, que lo obtuvieron de manera conjunta en 2007.
El galardón, dotado con 50.000 euros y la reproducción de una estatuilla diseñada por Joan Miró, es el cuarto que se falla este año tras los de Cooperación Internacional, que fue para cuatro organizaciones que lideran la lucha contra la malaria en África, y Artes, que recayó en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
En apoyo a El Correo
El jurado del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades hizo hoy público en Oviedo un comunicado de condena del atentado de ETA contra la sede del diario El Correo el pasado fin de semana.
En un escueto escrito, leído antes de hacer público la concesión del galardón, se resalta la "larga trayectoria en defensa de la libertad y de la pacífica convivencia y democracia" del diario.
La banda terrorista colocó la madrugada del pasado domingo un artefacto explosivo en la sede de las instalaciones del periódico.
lunes, 9 de junio de 2008
Sonda marciana "Phoenix" recoge primeras pruebas de suelo
No es Marte, están en el desierto de Utah
Ya es posible simular vivir en el planeta rojo sin ser astronauta.
"Cuando te empecinas en creer, solo el diablo te hacer ver" (Abel Desestress)
Una empresa privada de EEUU organiza estancias de dos semanas en una cápsula espacial. Las recientes fotografías obtenidas por la sonda "Phoenix" de la NASA permiten albergar esperanzas de enviar misiones tripuladas a Marte en un futuro no lejano.
Algo raro está sucediendo en una zona deshabitada del desierto de Utah: un equipo de investigadores se prepara para vivir en Marte. Los futuros viajeros del espacio de la Mars Desert Research Station (MDRS), (Estación de Investigación sobre Marte en el Desierto) están adquiriendo conocimientos prácticos para el día en que los humanos viajen al planeta rojo, lo que podría ser pronto, en 2035.
Figuras humanoides en trajes espaciales blancos utilizan cinceles para romper rocas que nadie ha tocado desde que el mundo es mundo en San Rafael Swell, a unos 11 km de Hanksville (Utah). Cuando uno de ellos logra desprender un fragmento, su compañero lo guarda con cuidado en una bolsa. Al finalizar el día de trabajo, llevan la bolsa a un silo blanco oculto en el extremo de la llanura.
Entramos en el silo a través de una cámara estanca improvisada y encontramos un laboratorio, varios dormitorios pequeños, un taller y un centro de mando que está en comunicación con el "Centro de apoyo a la misión". Junto con un invernadero, son las instalaciones que necesitará un grupo de astronautas durante su estancia en Marte.
Hemos sido invitados a presenciar el simulacro de una misión de dos semanas de un equipo internacional de personas interesadas en el proyecto. Una de ellas es Artemis Westerberg, directora de la Mars Society (Sociedad de Marte) de Holanda. Westerberg explica las reglas del experimento: "Tan pronto como comienza el simulacro, ya estamos en Marte. De modo que no salimos del hábitat sin los trajes espaciales y debemos resolver todos los problemas sin ayuda".
De momento, Westerberg y su colega Grant Sklar se encuentran en el pequeño invernadero, que está cubierto de lodo, intentando arreglar una bomba que forma parte del sistema de reciclaje de agua. Su función es depurar el agua de los inodoros a través de filtros y de cultivos de jacintos.
Sucede que la bomba se ha averiado y, como consecuencia, todo el lugar huele a cloaca. Se le ha encargado a Westerberg la tarea de arreglarla. Al cabo de tres horas, descubre que el equipo de la misión anterior había conectado mal la bomba. "Éste es el tipo de problemas que surgen cuando hay misiones de poca duración en la base", explica Westerberg. "Los integrantes de los equipos sólo viven aquí dos semanas. Dedican poco tiempo a labores de mantenimiento, ya que quieren conocer y experimentar otros aspectos de la vida en la base. Una de las consecuencias es que muchas reparaciones se llevan a cabo con poco cuidado, y el siguiente equipo se ve obligado a realizarlas una vez más".
El primer viaje. La NASA asegura que transcurrirán muchos años antes de que el hombre pueda llegar a Marte. Según los pronósticos más optimistas, la opción más cercana es el año 2035. Y ello a pesar de que hace apenas un par de semanas, por primera vez en la historia de la agencia, un vehículo espacial enviado por ellos, la sonda Phoenix, ha logrado posarse con éxito muy cerca del polo norte marciano. Tras 10 meses de viaje, las primeras fotografías que ha enviado permiten albergar esperanzas de que en Marte exista el agua suficiente como para poder enviar en el futuro misiones tripuladas. "El sueño de cualquier científico", según los expertos de la agencia.
Pero una óptima preparación para poder dar el gran salto –poner el pie en el planeta rojo– supone el envío de más misiones de investigación "no tripuladas" a Marte, otra misión a la Luna e inversión en nuevas tecnologías. La misión a la Luna es una minucia en comparación con un viaje a Marte. El trayecto hasta nuestro satélite sólo lleva tres días y son, al menos, siete meses los que se tarda en recorrer los 679 millones de kilómetros que nos separan de Marte. Si a esto se añade el tiempo de estancia en el planeta para realizar investigaciones y del viaje de vuelta, tenemos que la duración mínima de una misión a Marte sería de un año y medio.
Las comunicaciones telefónicas entre la Tierra y Marte también tardan algo de tiempo. Un mensaje tarda 20 minutos o más en llegar de un planeta a otro. Por consiguiente, las conversaciones telefónicas normales no son viables.Se trata de un proceso que se extenderá durante décadas. Sin embargo, es demasiado tiempo de espera para los integrantes de la International Mars Society (Asociación Internacional de Marte) –organización de particulares obsesionados con Marte–, que esperan con impaciencia los siguientes pasos de la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea), los chinos o los rusos en la búsqueda de vida extraterrestre.
Inspirándose en las teorías del polémico científico Robert Zubrin, los miembros de esta asociación creen que la investigación espacial llevada a cabo por humanos es superior a cualquier misión con robots. Zubrin incluso escribió un libro para apoyar su Direct Mars Program (Programa Directo sobre Marte), un plan para organizar misiones tripuladas a este planeta en menos de 10 años.
Zubrin basa su proyecto en el uso de la tecnología actual para evitar los largos procesos de desarrollo de nuevos sistemas. La International Mars Society ha construido una estación de Marte de tamaño real en el desolado y pedregoso desierto de Utah, a fin de demostrar que las ideas de Zubrin son razonables y de crear más interés en la preparación de un viaje a Marte en un periodo de tiempo más breve. El lugar se eligió tras la larga búsqueda de un espacio que se asemejara geológicamente lo más posible a este planeta. Debido a las grandes rocas rojas erosionadas y a la total falta de vegetación, el desierto de Utah tiene un aspecto casi idéntico al de las imágenes de Marte que han realizado los satélites.
Hemos venido a visitar al equipo número 59 durante su misión de 14 días a su planeta favorito, que también deberá mantener el funcionamiento correcto de la base. La composición del grupo es sorprendente, pues entre sus integrantes hay cinco adultos y cuatro niños. La presencia de menores se debe a su participación en el Family Living at Mars Experiment (FLAME) (Experimento de vida familiar en Marte). La International Mars Society cree que, una vez que las primeras misiones a Marte hayan allanado el camino, el siguiente paso lógico es la colonización del planeta.
Los niños aseguran que el simulacro de la misión a Marte se parece mucho a su vida normal en la Tierra, pues pueden enviar correos electrónicos a sus amigos y jugar con sus consolas Gameboy, pero no pueden utilizar el teléfono. Cuatro de ellos han llegado con una montaña de deberes para mantenerse al día en el colegio.
Para asegurarse de que hacen sus tareas, un supervisor de 20 años se encarga de seguir el progreso de los niños. Se llama Gareth y lleva un cuchillo enorme que cuelga de su cinturón. "Es sólo una medida de precaución," afirma. "Uno nunca sabe lo que puede encontrar en este desierto".
Supervisados por Gareth, los chicos permanecen sentados alrededor de una mesa en la segunda planta de la base. No obstante, da la impresión de que Gareth presta más atención a dos chicas estadounidenses de mayor edad que al resto de los chicos.
Lahu-Anat Westerberg, de 13 años, cuyo nombre, al igual que el de su madre Artemis, es de una diosa, contempla el desierto a través de las ventanillas circulares y suspira. Hace un tiempo hermoso afuera y los otros tres chicos de la misión están a punto de terminar sus deberes. "Tengo cuatro kilos de deberes," dice enojada, señalando a una montaña de libros. "Al menos 10 veces más que los otros chicos".
Unos minutos más tarde, los chicos estadounidenses salen corriendo hacia las colinas rojas, riéndose a carcajadas. Han obtenido autorización de la comandante, Veronica Zabala –que es también su madre– para jugar en el exterior sin el traje espacial. Al verlos, a Lahu-Anat casi se le saltan las lágrimas. "Allá ellos," dice la madre de la chica. "Así nunca llegarán a ser astronautas".
De vez en cuando los miembros de la International Mars Society reciben la visita de investigadores de la NASA o de científicos de universidades estadounidenses que llevan a cabo pruebas en el desierto con vehículos diseñados para la superficie marciana. Pero esto no sucede con frecuencia. La mayor parte del tiempo están solos, imitando la vida en el espacio y ocupando sus días con las llamadas Extra Vehicular Activities (EVA’s) (Actividades Extravehiculares), como el estudio de fósiles y de estructuras geológicas. También pasan mucho tiempo en el interior, donde deben reparar las averías de la base y redactar largos informes sobre todo lo que sucede.
Estos informes se envían al Centro de apoyo de la misión, como se hace en las misiones espaciales reales. Sin embargo, este centro de apoyo es mucho más lento, pues tarda 24 horas en responder, y siempre lo hace para sólo preguntar si las averías han sido finalmente reparadas. Aunque muchos participantes de los simulacros tienen conocimientos científicos, todo indica que la iniciativa del programa de investigación en el desierto es posible principalmente gracias a un interés compartido por el planeta rojo y al respaldo económico de sus integrantes. La participación en los simulacros es gratuita, pero todos han hecho donaciones para la construcción de la base en 2001.
Material de aficionados. Como los recursos económicos son limitados, los simulacros no son del todo realistas. La entrada principal de la base, por ejemplo, no siempre cierra firmemente, los generadores suelen averiarse y los trajes espaciales, confeccionados por los miembros, no son completamente herméticos.
Sin embargo, cuando surgen problemas graves en la base el equipo siempre puede pedir ayuda o consejos a Don. Dueño del Whispering Sands, el único hotel de la zona, Don suele echarles una mano, aun cuando debería estar dedicando sus energías a sus propios asuntos. Sin embargo, debido a las reparaciones improvisadas e irregulares que se hacen constantemente en la base, a menudo tiene que venir a solucionar averías de bombas y generadores. "Por eso abolieron la poligamia en Utah," comenta Don mientras se limpia las manos con un trapo. Un generador dejó de funcionar, así es que se ha acercado para ver qué le pasaba.
Don señala a dos miembros del equipo que están enzarzados en una discusión. "Hay muchas mujeres aquí. Es probablemente la mayor di- ferencia con las misiones de simulacro organizadas por la NASA. En estas misiones reales se trabaja con material de verdad y los participantes están bien entrenados y centrados en su trabajo. Para hacer este tipo de trabajo uno no puede perder la concentración".
Los miembros del equipo han descubierto que los trajes espaciales pueden repararse con cinta aislante. Al día siguiente, cuando Stacey está a punto de reanudar su estudio de fósiles de conchas en una colina cercana, se lleva un rollo de cinta aislante. "Si vas a Marte, tienes que llevar cinta aislante", me dice.
En la planta baja del habitáculo, Stacey tiene dificultades para ponerse el traje espacial, de modo que otras dos personas deben ayudarla a ajustarse la mochila, comprobar la señal de radio y ponerse el casco. En lugar de tanques de oxígeno lleva ventiladores en la espalda para refrigerar el casco esférico.
La temperatura en Marte es sumamente baja y nunca supera los 20 grados centígrados. Pero en el desierto de Utah los rayos del sol pueden convertir el casco en una sauna. Sin los ventiladores, Stacey sufriría un colapso en cuestión de minutos.
Durante las siguientes horas, Stacey se va a encontrar en su elemento. Una vez fuera del estrecho espacio de la base, su humor mejora rápidamente. Señala una colina erosionada, recoge piedras de aspecto extraño y las guarda en bolsas de plástico. En la cima de la colina se olvida del resto del mundo mientras dibuja en un plano la ubicación exacta de ostras fosilizadas y enterradas en la arena rojiza.
De vuelta en el Hab, Stacey y Lahu-Anat examinan las muestras recogidas con un microscopio que han colocado en una caja esterilizada. Una vez que han preparado todo con absoluta precisión, Stacey acerca su ojo al objetivo para hacer el examen. A continuación, suspira irritada y mueve la cabeza de un lado a otro con gesto de incredulidad. "No vale," dice. "Este microscopio está tan sucio que sólo hemos conseguido contaminar las muestras".
Al cabo de una semana en este ambiente de caja de cerillas, caemos en cuenta de que el equipo podría ser el reparto de un reality show. La comandante Veronica –madre de los tres chicos estadounidenses– ha comenzado a mostrar actitudes dictatoriales. Del mismo modo, no parece capaz de resistirse a los encantos del joven Gareth, quien a primera vista parece más interesado en las hijas de la comandante. Sin embargo, poco después todo el equipo presencia un momento de intimidad entre estas dos personas en la planta baja porque al parecer han olvidado que todo el hábitat está vigilado por cámaras controladas desde el centro de mando de la planta superior.
Mientras tanto, Artemis Westenberg discute con frecuencia con la comandante porque le parece que descuida sus responsabilidades y que los simulacros no son suficientemente realistas. El ambiente de la base se deteriora aun más cuando Gareth –cuyo oficio real es de técnico de ascensores–, comienza a sentirse frustrado por todos los trabajos de reparación que debe atender. Preferiría ponerse un traje espacial y acompañar a Stacey en sus misiones, pues en realidad ése es el verdadero motivo por el que vino a la base. Pero Stacey debe emplear sus energías en poner freno a la actitud cada vez más agresiva de su padre.
Tres días antes del final previsto de la misión, Artemis hace las maletas y abandona las instalaciones con su hija, decepcionada por la actitud poco profesional de la comandante. Es una lástima que la aventura de Marte deba terminar de esta manera, aunque lo positivo es que ahora tendrán tiempo para hacer algunas compras antes de llegar a su casa.
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